domingo, 29 de junio de 2014

Fahrenheit 451: ¿Y si no tuvieras derecho a leer?


Hace unos años tuve un primer acercamiento a Ray Bradbury y su libro Fahrenheit 451, publicado en 1953; de eso que te da por leer distopías que predicen un futuro desalentador, como el de Un mundo feliz de Huxley, y que hoy se podría decir que no van desencaminadas. El sábado, buscando otras cosas en la biblioteca de Badajoz, de repente, en la sección de películas me encuentro con que existe la peli de Fahrenheit 451 cuyo director es François Truffaut y que rodó en 1966. Momento de éxtasis. Ayer estuve viendo la película y me encantó. Fue la primera producción de Truffaut en inglés. La humanidad transformada en la maldad definitiva.

miércoles, 11 de junio de 2014

Relato 8 - Tíos y sobrinas


Por fin, llegó la muerte. El padre de Kira murió uno de esos días de mayo calurosos; de esos en los que ya huele a verano en el suroeste español. Kira hizo las llamadas de rigor durante la mañana y recibió a dos de sus tíos; parecían llegar con la lengua fuera.
Kira había interiorizado en los últimos meses un tipo de comportamiento algo automático – más que nada, para no preocupar al padre -, así que, sin más, y acompañada de sus dos tíos, fueron a elegir el ataúd.
-     Te dije que teníamos que haber venido ayer, Luz.
-     Ya sabes cómo es tu cuñada. Creía que era una de esas llamadas más de aviso. Como es un poco exagerada, no pensé que fuera tan importante.
Kira, que ya contaba con la mayoría de edad, escuchaba estupefacta la conversación. Esa falta de escrúpulos tan habitual en la familia. Esa desconsideración hacia ella. Ni siquiera tenían la decencia de cortarse un poco en su presencia. Kira había aprendido a aceptar el hecho de que cada uno tenía su vida, y había tratado de “bendecir con amor” a su familia y asumir que ya nada sería igual. Es más, quizá sería mejor. Ya no tendría que soportar ciertos encuentros familiares que le causaban hasta un poco de alergia. Pasó por su cabeza, en un instante, esa frase mítica que el día de la operación del padre había pronunciado otra de sus tías – “vamos a ser una piña” – y 5 meses después, la vida misma le dio la respuesta. Ya hablaría de esto con su querida hermana.