Vuelvo con Houellebecq a salirme de la pecera. La posibilidad de una isla (año 2005) es ya un best seller internacional cuyos derechos mundiales se han vendido a una treintena de países. Escucho en ocasiones a algunas personas, a las que les gusta sentirse especiales - como a todos, supongo -, "yo no leo best - sellers". Y siempre recuerdo algo que una vez me dijo un amigo - "El Quijote es un best seller"-. Pues eso, que no sirva el calificativo de best - seller para alejaros de este maravillo autor del "No future", experto en nihilismo.
La novela
En su juventud, Daniel era un famoso "cómico" que escribía obras y protagonizaba monólogos y películas en las que mezclaba su visión provocadora del mundo con una perspectiva fría y cruel de la existencia. Por lo que he leído de Houellebecq, podría atreverme a decir que es una reencarnación de Houellebecq en otra vida.
Daniel sale durante años con Isabelle. Una mujer inteligente, con la que puede disfrutar de placenteras conversaciones teóricas, sobre ideas y otras cuestiones que, en general, escapan al común de los mortales; pero como bien dice el autor en una de sus numerosas frases lúcidas que aparecen en el libro, "de entre dos animales egoístas y racionales, al final había sobrevivido el más egoísta y el más racional de los dos, como siempre ocurría entre los seres humanos". Es lo que muchas veces hablo con mis amigos sobre observaciones o conclusiones que saco ante la muerte temprana de determinadas personas. Hace tiempo que me doy cuenta que los que mueren antes de tiempo, en general, son sufridores, o lo Houellebecq diría, irracionales. Otras personas se lamentan repetidamente ante una muerte temprana, afirmando algo que la mayoría de los lectores habréis escuchado en vuestra vida: "Siempre se mueren las buenas personas". Antes, yo solía responder con la idea de "No, es que todos somos mortales, bla bla bla", pero ahora lo que pienso es efectivamente lo que afirma Houellebecq. ¡Ay de los irracionales!.