viernes, 1 de julio de 2016

Haru, de Flavia Company, o sobre cuando cada día es una vida entera


Hace tiempo que no escribo en la Pecera aunque, desde la última vez que publiqué una entrada de libros, he leído otros como, "De qué hablamos cuando hablamos de amor", de Raymond Carver, "La magnitud de la tragedia", de Quim Monzó, "Temor y temblor" de Kierkegaard,  La ética del samurai en el Japón moderno, "La llave" y "La madre del capitán Shigemoto" de Tanizaki y "Trópico de Cáncer" de Henry Miller. 

Todo fluye y se conecta y parece que de alguna manera llego o voy hacia una vida zen - o ya me gustaría a mi -, tanto por motivos personales como profesionales; claro que estas cosas de la vida zen y la cultura samurai hay que tomarlas siempre con precaución y evitar acabar como Yukio Mishima. Justo hace un rato, comentaba con unos amigos eso que dice Nicko Nogués de "Aspira a inspirar"; y eso es con lo que me quedo de estos libros.

La novela. Haru de Favia Company
La madre de Haru, sabiendo que va a morir, le deja encomendada al padre de Haru una de sus últimas voluntades; y es que cuando muera, debe llevar a Haru a la escuela de tiro con arco, al Dojo. Un lugar donde aprenderá el camino del tiro con arco para ir luego del tiro con arco a la vida real, a realizar su propio camino, a arriesgarlo todo y perderlo todo para luego recibirlo todo.

En el Dojo, tres maestros de tiro con arco, entre quienes destaca la gran maestra Kazuko, enseñarán el camino del tiro con arco a los chicos internados allí. Rondan los 15 años y ya están programados con las bajas pasiones que sus padres les han transmitido. 

El camino del tiro con arco es largo, pero ellos, impacientes, quieren tirar y dar a la diana desde los inicios de su ingreso en el Dojo. Una frustración que tendrán que gestionar, pues el verdadero tirador de arco, no necesita mirar la diana. Hace diana sin obsesionarse con dar en la diana. Como puedes intuir, esto es una metáfora aplicable a cualquier hecho de la vida cotidiana. 

Los chicos llegan a la escuela con sus conflictos internos, muchos de ellos, familiares. Deberán permanecer en la escuela alrededor de 10 a 15 años. Una vez que salen de ella, deberán recorrer el camino a pie hasta el lugar donde viva su familia. Si son capaces de resolver los conflictos, apaciguarse y recuperar la paz interior, y si deciden luego, voluntariamente, desandar el camino para llegar del nuevo al Dojo, se convertirán en maestros arqueros. 

Hasta la fecha, no me ha dado por recoger - literalmente - las ideas o teorías que vienen en los libros que leo, pero esta vez, voy a compartir algunas de las ideas más inspiradoras que aparecen - al menos, para mi -.