Ese día tocaba comentar el libro de Madame Bovary. A Kira le había gustado bastante. Le recordaba a Anna Karenina. Se sentaron en círculo, como solían hacer cada quince días, y la moderadora comenzó la ronda habitual, preguntando a los asistentes sobre sus impresiones.
El grupo lo conformaban unas quince personas. Todas mujeres a excepción de dos hombres. Entre ellas, había un grupo de mujeres, que rondaba los cincuenta, que aparentaba contar con cierta cultura; tenían estilo y parecían liberadas.