jueves, 6 de noviembre de 2025

Confesiones de un opiófilo de Escohotado o sobre cuando el amor propio, la mesura y la elegancia te permiten cumplir 80 años

Jueves, 06/11/2025. Terminé de leer esta semana Confesiones de un opiófilo (1) de Antonio Escohotado. Un diario personal que recoge pensamientos y reflexiones del período 1992 – 2020 de su existencia. Tres décadas de su vida que mantienen una constante; su curiosidad innata, su reivindicación de la mesura y su interés por la disciplina.



No he llegado a leer todavía su Historia General de las Drogas (2). Sé que ha sido siempre un defensor de las drogas, pero nunca he parado a revisar su discurso en torno a esta idea. Sin embargo, después de esta lectura, puedo intuir por dónde van los tiros. La ebriedad del opio, tan suave y sosegada, exige la mayor de las mesuras. Me he recreado una y otra vez en esa manera reiterada que tiene a lo largo del libro de hacer una defensa de la mesura. Ante esa percepción profunda que tengo sobre la brevedad de la vida – y las implicaciones que esa idea arraigada tienen para mi – me resulta muy interesante hallar esta contraposición que vengo rumiando hace unos años. Qué poco ama la vida quien no la bebe en sorbos cortos y espaciados, dice. Así, entre los textos, aparecen menciones a sus hábitos de consumo de sustancias como la heroína; que él llama con la precisión por la que siempre muestra interés, diacetilmorfina. Bastantes años consumiéndola y con su disciplina, siendo capaz de mantenerse entre 2 – 3 gramos al mes sin sobrepasarse. ¿Disciplina o amor propio? Diría más bien lo segundo; que ahí está el verdadero “truco”. Si uno tiene amor propio, la disciplina llega más fluida.

Qué interesante cómo de esta idea derivan muchas de las consecuencias de nuestros aconteceres diarios. La falta de amor propio que caracteriza al tragón. Este libro molestaría a esa corriente de personas que usa con frecuencia esa nueva “discriminación” conocida como “gordofobia”. Es gracioso cuando compara al que se atiborra de comida con el clásico “alcohólico anónimo”. Al final, resulta que casi todo es cuestión de mesura en esta vida. De ahí deriva la elegancia, de saber elegir; y de esto último, deriva la civilización.

Dice, ¡el ansia apresurada, el secreto odio por ser como somos!

Tengo en casa para leer Los Enemigos del Comercio. Lo intenté hace unos años, pero no era el momento. Quizá en 2026. Mientras tanto, comparto un vídeo de Jesús Quintero, Coto Matamoros y Antonio Escohotado. Tres amigos que bien podrían estar hablando en una cena desahogada; sin embargo, el espacio fue televisivo y tuvimos el privilegio de poder ser testigos de esta conversación. Me gusta todo del vídeo, pero ay, ese momento en que Coto está exaltado contando la injusticia de su paso por la cárcel y Escohota, emanando ternura, le hace un gesto de cariño y comprensión en su hombro. Menudo trío y menuda conversación. Puede verse aquí (3) aunque en baja calidad.

Dejo unas pildoritas del libro junto a la imagen. Deseo que lo disfruten tanto como yo.

Lo escribe: Paz Hernández Pacheco