lunes, 8 de abril de 2013

Mi vida. Relatos de un hombre de provincias. Chéjov.


Esta novela fue escrita en la plena madurez de Chéjov, cuando ya han pasado diez años desde su consagración como escritor. Influido durante 17 años por la moral de Tólstoi - de la que consigue liberarse finalmente - crea en esta novela un personaje tolstoísta, caracterizado por querer construir su propio destino. En 1902, cuando era próxima su muerte, fue invitado por Morózov para descansar en su finca, huyendo del calor de Crimea. En esa finca, está el estudiante Serebrov que recogió estas palabras del escritor:

Ya ve, a menudo me echan en cara, hasta Tólstoi me lo ha dicho, que escribo sobre bobadas, que no tengo héroes positivos, revolucionarios, Alejandros de Macedonia o siquiera, como en las obras de Leskov, un guardia honesto...¿Pero dónde encontrarlos? ¡Me encantaría! ¿Pero dónde están? Nuestra vida provinciana, las ciudades sin pavimentar, los pueblos, sumidos en la pobreza, la gente hecha trizas...Todos cuando somos jóvenes piamos felices como gorriones en el estiércol, pero cuando tenemos cuarenta ya somos viejos y empezamos a pensar en la muerte...¿Nosotros, unos heróes? Dice usted que ha llorado en mis obras...No es eso para lo que he escrito. Lo he hecho para decir a la gente sólo una cosa: "Miraos bien y fijaos en la vida inútil y triste que lleváis" Lo más importante es que la gente se dé cuenta de esto. Y cuando lo entiendan seguro que construirán otra vida, una vida mejor.



La novela
Misaíl es el hijo de un arquitecto que a su vez procede de una familia de nobles, que siempre han estado bien posicionados en la sociedad, ocupando trabajos "respetables". Misaíl ha perdido su último trabajo y decide buscar un trabajo físico pues ha llegado a la conclusión de que es más digno y enriquecedor realizar un trabajo de este tipo a optar por un falso trabajo intelectual de oficina, donde en realidad, no se realiza ningún tipo de trabajo intelectual, se alimenta la perrería y se aporta poco. Su padre no comprende la decisión que Misaíl toma, es más, le repudia por completo, le insulta y le echa de la casa por atentar contra el honor de la familia.

Misaíl sigue realizando sus trabajos, como pintor de brocha gorda, arreglando tejados, etc. y mezclándose con la gente de este nivel social. Misaíl tiene una hermana que le adora y que sí que vive bajo el techo de su padre y resignada, siguiendo las indicaciones y respondiendo a las expectativas del padre. Cuando puede, visita a Misaíl, le cuenta sus andanzas y empieza a visitarle junto a una amiga y un médico, con el que Misaíl mantiene interesantes conversaciones.  

Por otra parte, aparece en su vida, Masha, la hija de un ingeniero, con el que en principio - antes de intimar con la hija - parecía mantener una mala relación pero con quien finalmente congenia, pues comparten experiencia en el sector del ferrocarril, donde el ingeniero trabajó en su juventud. Masha es un espíritu elevado, con inquietudes, ávida de aprendizaje, y con un halo luminoso especial. Masha y Misaíl se casan y se van a vivir a una finca propiedad del padre de Masha donde Misaíl sigue realizando trabajos físicos y Masha se va entristeciendo. Se ve que su espíritu libre y sus deseos de ilustración no son compatibles con la vida en el campo. Un día, decide marcharse y comunica a Misaíl, que en realidad, la boda fue un error; eso sí, todo de una forma muy amable y cariñosa. Mientras tanto, la hermana de Misaíl queda embarazada del médico y es repudiada y juzgada por la sociedad, típicamente provinciana.  

Dice Misaíl: "Y me resultaba incomprensible de qué vivían aquellos sesenta mil habitantes, para qué leían el evangelio, para qué rezaban, para qué leían libros y revistas. ¿Qué provecho habían sacado de todo lo que hasta entonces se había escrito y dicho si conservaban la misma ceguera espiritual, la misma aversión a la libertad de hace cien, trescientos años?"

 

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