miércoles, 3 de diciembre de 2014

La gran belleza o sobre cuando uno que trasciende opta por la vida mundana


Entre las cosas buenas que te pasan en la vida está la de cruzarte el día menos pensado con personas no aburridas, como mi amigo neoyorquino, con el que comparto ciertos gustos y teorías. Gracias a él he podido ver esta película así que, por fin, esta entrada se la dedico. Como Gep Gambardella, y puesto que hace un tiempo que no quiero tomarme la vida demasiado en serio, no sé si estaré a la altura de sus expectativas pero en realidad, da lo mismo; la cosa es salirse de la pecera un rato. 


La película
Gep Gambardella es un señor de 65 años que vive en Roma desde hace 40. Cuando llegó, con sus 26 años, no aspiraba a ser un mundano más de la dolce vita italiana, sino que aspiraba a ser el rey de los mundanos, quería tener el poder de hacer fracasar las fiestas - si por ejemplo, él no estaba presente. En su vida, ha publicado un libro - El aparato humano - que le trajo éxito y le permitió vivir cómodamente. Trabaja en una revista y realiza entrevistas a actores o personas que son peculiares por algún motivo. Su jefa - Dadina - es una enana con la cabeza muy bien amueblada que no entiende el problema que pueden tener otros enanos cuando les llaman enanos. Ella asume que es enana y parece llevarlo bien. Se lo monta como puede, acude a fiestas y tiene mucho sentido común. 




Gep, aún teniendo los 65, sigue siendo medio aclamado en las fiestas. Domina la estética, viste impecable, sabe interpretar el discurso de los demás, trasciende la apariencia y tiene muy desarrollada la sensibilidad. Cualquiera podría negar esto último - por desconocimiento del significado de sensibilidad - e incluso muchos podrían tacharle hoy de misógino - hay muchas Stefanías sueltas -, de hecho en la película lo clasifican con este calificativo y él corrige adecuadamente; no es un misógino, es un misántropo. Él no engaña a nadie ni da falsas esperanzas. No odia a las mujeres. Simplemente, no se compromete. No es el estilo de vida que ha elegido vivir. Es más, a su edad, él mismo dice que ha tenido una revelación contundente, y es que no puede permitirse perder el tiempo en hacer cosas que no quiere hacer, como ese momento, en que después de haberse acostado con una guapa mujer, ésta quiere enseñarle las autofotos que se hace y que tiene guardadas en su portátil y mientras que va a por ellas, Gep se va. No le interesa. Es un señor culto, que no entiende las majaderías de algunos de los nuevos artistas. Curiosa la conversación que mantiene con esa "actriz" que en su obra se golpea la cabeza contra un puente, sangrando y gritando a un público ecléctico que le observa desde el césped, "¡Yo no me amo!". Me parece grande el personaje cuando le dice que sospecha de la gente que habla de sí misma en tercera persona y cuando le pide a la artista que le diga qué son esas vibraciones a las que se refiere, ella no tiene respuesta y él le dice que sus lectores son gente culta que no quieren leer sobre humo. 

En realidad la película podría cortarse donde uno quisiera o continuar hasta el infinito. Sólo - y es mucho - muestra la vida de un hombre rico que va de fiesta en fiesta, y que cuando de repente empieza a no salir todos los días, ni a dormirse tarde todos los días, se da cuenta de que no sabe qué hacer con sus mañanas en Roma. Todo el mundo le pregunta que por qué no escribe otro libro y él nunca responde. Tendrá que llegar "la Santa", su personaje antagónico - una misionera de 104 años que dice estar casada con la pobreza y que la pobreza no se cuenta, se vive - para que él admita que no ha vuelto a escribir porque buscaba la gran belleza y no la había encontrado. 

La película está magistralmente conseguida. Con unos planos fabulosos capaces de reflejar a la perfección precisamente esa forma de vida mundana que lleva Gep. Gente guapa bailando al ritmo de Rafaella Carrá, u otros temas que seguro no se escuchan en casa de Gep - ya que es refinado - pero que al final ellos también bailan - como Mueve la Colita o Panamericano. Inyecciones de bótox, gogós aspirantes a actriz, ropa de diseño, conversaciones sobre el nuevo tinte de pelo, antiguas vedettes envejecidas que han engordado y se hinchan a cocaína, strippers, y todo ese mundo del que seguro que ya puedes hacerte una idea. 


Los personajes

Gep Gambardella: el protagonista de la película. Ya he hecho una descripción en el párrafo anterior. No obstante, destacaría otros datos como que vive al lado del Coliseo, tiene una terraza fantástica desde la que ve el Coliseo y también el jardín de un Convento por el que conoce la vida de las monjas, y el día en que se cruza con su nuevo vecino - otro señor de su estilo pero más joven y atractivo - se coloca una mascarilla al llegar a casa. No me queda claro si es su ritual, que probablemente sí por sentirse algo viejo, o es producto de haberse cruzado con un vecino que de repente le ha hecho verse viejo. Pasa parte de su tiempo tumbado en la hamaca que tiene en su terraza, con un vaso de whisky - un amigo le enseñó que el vodka es vulgar -, bien vestido - a pesar de estar en casa -, y con unas gafas que recuerdan a la forma de la moda de las Mr. Boho. Perdió la virginidad a los 18, con Elisa de Santis, una mujer que le dejó - y él nunca supo por qué - y que ha muerto según le informa su viudo Alfredo, el día que éste va a visitar a Gep a contarle el suceso y revelarle que Elisa siempre estuvo enamorado de Gep y que a él, con quien estuvo casado 35 años, sólo lo veía como "un buen compañero". Estas son las cosas por las que muchas personas se plantean o dudan sobre qué elegir. ¿Una vida "con raíces", como decía la Santa, en la que construir una familia, tomarse una copita de vino nocturna viendo la TV con "tu compañero de viaje" o una vida intensa en la que las experiencias - aunque limitadas en el tiempo - parecieran ser más puras o más aproximadas a ese amor que se nos ha vendido en el que la pasión siempre esté presente?

Dadina: es la enana, jefa de Gep Gambardella, que vive lo mejor posible. Tiene un gran sentido del humor y suelta frases muy divertidas; ante la pregunta de Gep sobre qué va a hacer esa noche en que están cenando, ella responde que va a tomar una sopa y a echar un polvo. Gep extrañado señala que esas dos cosas son opuestas, y ella, con su característico ingenio, le responde que ambas tienen en común una cosa, y es que son calientes. Dadina se viste bien para las ocasiones, deambula entre las piernas de los italianos cuando está de fiesta y sabe querer a sus amigos. Interesante también ese momento en que llama a Gep, Gepinno. Él, que en ese momento se muestra alicaído, se sorprende ante este gesto de Dadina comentándole que hacía años que nadie le llamaba Geppino, a lo que ella responde "un amigo tiene el deber de hacerle sentir al otro como cuando era niño"; qué gran verdad.

Stefania: es una mujer de 53 años que aparece en una de esas cenas que se organizan en la terraza de Gep como abanderada de lo que es la "buena vida" y queriendo aleccionar al personal. Presume de marido, de haber escrito 11 novelas - ironizando públicamente sobre la pereza de Gep que sólo ha escrito una -, tiene hijos, dice tener una "vocación civil", y habla sobre la importancia del sacrificio en la vida - refiriéndose a su supuesta entrega a su familia y a su papel de cumplidora en el trabajo -, quejándose de los jóvenes de hoy, de los que opina que son parásitos que viven hasta edades tardías en casa de sus padres y abusan de las ayudas del estado. Es decir, la típica persona que da lecciones de ética a los demás. Sin embargo, Gep la tiene calada. Ella le tacha de misógino, él corrige y se autodenomina misántropo y puesto que ella le reta a que le diga la verdad - pues dice ser "una mujer con pelotas", él lo hace. Inicialmente, se negaba a hacerlo porque se considera un caballero y dice que el resto no rebate porque la quieren, pero ante su insistencia, él destapa toda la fragilidad que ella esconde y todas las mentiras sobre las que se asienta su vida de una manera clara y devastadora; tanto, que ella, después de eso, tiene que abandonar el grupo, eso sí, con un gesto de máxima indignación. Dadina vuelve a lucirse bien cuando ante la insistencia de lo importante que es tener hijos y proyectar en la vida que defiende Stefania, ella responde con "entonces, los que no hemos tenido hijos, ¿deberíamos suicidarnos?". Muy grande.

Romano: es el amigo actor de Gep que ya no tiene éxito, que se empeña en tener sexo con una aspirante a actriz y a escritora que el mismo Gep califica - y con razón - como pendeja y que lleva 40 años viviendo en Roma. Decide abandonar la ciudad porque Roma termina por decepcionarle.

Lello: típico señor que en las fiestas con sus amigos presume de estar casado con su mujer y ser la única pareja de Roma que sigue amándose pero que luego, cuando anda suelto por las fiestas, le suelta a todas "te follaba". La mujer se empeña en seguir resultando atractiva y es ésa a la que otra le halaga por su nuevo tinte de pelo. Está algo rolliza, cansada de darlo todo en las fiestas, y en una de esas noches cualquiera en que vuelve con Lello a casa en el coche, con el asiento del copiloto tumbado para poder descansar en el trayecto, Lello pasa por una zona donde hay prostitutas que le preguntan "¿Lello, hoy no te paras?". A su mujer no se le ve desde fuera - pues lleva inclinado el asiento - y él, pasa un mal trago - pues su mujer lo ha escuchado - y ella respira profundamente, para evitar una taquicardia y hacer como si nada hubiera ocurrido. Y es que de nuevo al final, todo depende de cómo te lo quieras tomar la vida de seria.

Viola: es la viuda de Bartoli, un tipo de la clase alta. Tiene un hijo que se llama Andrea que está algo pirado y que acude a un psicoanalista. De nuevo, se ve la visión práctica que tiene Gep de la vida cuando le sugiere a Viola que su hijo debería probar con un psiquiatra que le recetara Prozac y todas esas cosas que funcionan. Viola acude a las fiestas, es una de esas madres que quiere autoconvencerse de que su hijo está mejor y en una de esas, el hijo se suicida. Lo comento porque no es ninguna sopresa; se veía venir. El momento del funeral es otro en el que conocemos al protagonista, que alecciona a Ramona sobre lo mundano de los funerales. Vestir bien, no llorar para no robarle protagonismo a la familia, y acercarse a un miembro de la familia y susurrarle al oído una frase con peso que a su vez despierte la curiosidad del resto de asistentes - ¿qué le estará diciendo Gep Gambardella a Viola? -. Colocarse en un lugar aislado pero visible es otra de las acciones que Gep sugiere como norma de protocolo en un funeral. Muy bueno también este momento.

Ramona: es la hija de su amigo Arturo - el dueño de una sala de strippers que Gep dejó de visitar hace 26 años -. Ramona ya entrado en la cuarentena pero sigue ejerciendo de stripper y se gasta todo lo que gana. 

Orietta: una de las mujeres que Gep conoce en una de esas cenas que organiza en su terraza. Cuando Gep le pregunta a qué se dedica, ella responde "soy rica". ¿Te haces una idea? Se acuestan y luego ella muestra las típicas inseguridades de muchas mujeres que ante un hombre de los clasificados por la masa como "frío" - peyorativamente hablando - que no te bailan el agua - diciéndote por ejemplo, lo bien que lo has hecho -, se cuestionan a sí mismas. 

Alfredo Martí: estuvo casado con Elisa de Santis durante 35 años y fue su "buen compañero" de vida, que no su amor. Aunque inicialmente sufre la muerte de Elisa, y piensa que en adelante, seguirá adorándola como ha hecho toda su vida, conoce a otra joven Polina, con la que beber vino por la noche, ver la tele y dormir pronto. 

Elisa de Santis: tengo dudas sobre si el amor de Gep fue Elisa de Santis o bien, esa señora misteriosa y muy elegante con la que se cruza una noche por las escaleras, Madame Ardan. Elisa fue el primer amor de Gep cuando él tenía 18 años.

Por la película pululan otros personajes curiosos pero estos para mi serían los fundamentales. Un lujo de película como es un lujo tener a mi amigo neoyorquino. Totalmente recomendable. No te la pierdas.

Lo escribe: Paz Hernández Pacheco @DFDLaPecera 

3 comentarios:

  1. Bravo Paz!!!!
    Me ha encantado el post,a la altura de la peli,meticulosamente descrita,muy de acuerdo con "En realidad la película podría cortarse donde uno quisiera o continuar hasta el infinito";aunque una de mis escenas preferidas es la del baile de Gepinno y Stefania,ser más elegante es imposible.
    Para el neoyorquino el lujo es suyo,y nunca le habían dedicado un texto escrito,es genial,muchas gracias!!!
    PD.Yo de mayor quiero ser Gep Gambardella(y de adulto me parece que también...Viva la Belleza!).

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    1. Por cierto, que también me encantó el baile de Gepinno y Stefania y eso bonito que les quedaba por hacer. Una buena manera de enterrar el hacha de guerra ;-)

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