viernes, 20 de febrero de 2015

Primavera tardía o sobre cuando la floración no es posible por las presiones del medio


Ayer estuve en el COC viendo la película japonesa "Primavera tardía" del director Yasujiro Ozu, de 1949.

Noriko es una japonesa que vive con su padre viudo. Ambos disfrutan de una vida plácida, en la que Noriko se siente cómoda y feliz junto a su padre, además de útil. La guerra ha terminado presumiblemente hace 4 años y ella estuvo un tiempo haciendo trabajos forzados. Eso explica quizá, que ya en la nueva situación de libertad, sea feliz con ese tipo de vida sencilla de la que los contemporáneos hoy no saben - o sabemos - disfrutar en ocasiones. 

Su padre es profesor universitario y traduce libros. Tiene un ayudante muy apuesto que congenia bien con Noriko aunque está comprometido con otra mujer. Esta cuestión no es relevante para Noriko en el sentido de que no tiene ninguna pretensión con el ayudante; simplemente, sabe disfrutar de su compañía y se divierte dando paseos en bici o conversando con él. El papel que verdaderamente parece gustarle a Noriko es el de cuidar de su padre. Sin embargo, y en esto creo que no hemos cambiado lo suficiente, la familia de Noriko se empeña en que debe casarse porque la consideran mayor para permanecer soltera. Pareciese que la única vía de felicidad futura para Noriko pasase por tener que casarse. Ella declara ser feliz estando con su padre y con la vida que lleva pero la tía de Noriko presiona y organiza un matrimonio de conveniencia. Estamos hablando del año 1949 y muchas personas suelen decir ante determinados temas frases manidas como "pero todo eso ya está superado". No creo que hayamos evolucionado suficiente. Llegan ciertas edades y muchos atrevidos suelen hacer las mismas preguntas aún en el año 2015. 

En una de las escenas, una amiga suya - por cierto, divorciada - le presiona con la misma idea. Noriko declara que se niega a creer que el matrimonio le haga más feliz. El padre de Noriko, con la intención de quitarle esa preocupación que él cree que ella puede tener - dejarle solo - le sugiere a Noriko que seguramente celebre unas segundas nupcias. Ante eso, Noriko, y tras las presiones cada vez más intensas que recibe de su entorno, aceptará con resignación un futuro que no ha elegido.

La película, aunque presenta inicialmente una aparente liviandad, esconde una gran intensidad y dramatismo. Por supuesto, la excelencia y escrupulosidad japonesa están bien reflejadas con una estética muy impecable y agradable a la vista. El director muestra además pistas sobre el Japón de la época, con carteles de Coca Cola que se avecinan  o menciones a Gary Cooper, mezclados con los paisajes japoneses de cerezos y los rituales tradicionales del té, los saludos, las muestras de respeto, los modales y la mesura y todo eso que caracteriza a la cultura japonesa.

Una buena película para un día cualquiera de la semana.

Lo escribe: Paz Hernández Pacheco

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