domingo, 20 de enero de 2013

Smoking Room: ¿Estás a favor o en contra?

"Hola qué hay. Tu idea gustó muchísimo en el Consejo. Gustó muchísimo con algunos cambios. ¿Sabes cuáles eran los cambios? Los cambios eran toda la idea. Mi idea se va a tomar por el culo, mi idea no les interesa para nada, mi idea es una puta mierda y ahora tengo que empezar a trabajar con la idea de ellos. Que la idea de ellos, no vale para nada, en fin, en fin".
Smoking Room (2002) es una de esas películas españolas, que junto a otras muchas, como Gordos, por ejemplo, podría usarse en defensa del cine de nuestro país a la típica observación de algunos sectores que suelen decir -"A mi no me gusta el cine español"-. Esta película fue dirigida por Roger Gual y Julio Wallovits y cuenta con un reparto de escándalo; Eduard Fernández, Juan Diego, Chete Lera, Antonio Dechent, Manuel Morón, Francesc Orella, Ulises Dumont, Francesc Garrido, Vicky Peña y Pep Molina. Los directores recibieron el Goya a mejor dirección novel y la película se llevó el premio especial del jurado en el Festival de Málaga, el de mejor interpretación masculina para todo el elenco de actores que componen la película y el de mejor guión.



La película
Una sucursal española de una empresa americana prohíbe a sus empleados poder fumar a partir de ese momento en las instalaciones de la oficina, debiendo sus trabajadores tener que salirse a la calle o a la azotea para poder hacerlo. Sin embargo, uno de los empleados, encarnado por el actor Eduard Fernández, luchará para que les habiliten una habitación de dos metros cuadrados para poder fumar y evitar penar en el exterior, ni pasar frío. Parece que contará a priori con el respaldo de sus compañeros y comienza su lucha por lograr una habitación para fumar - Smoking Room -. A medida que avanza la película, y mediante numerosos diálogos, que por otra parte, no tienen desperdicio, se irá reflejando la personalidad de los empleados que forman parte de esa empresa. 
"¿Tú te has asustado alguna vez de ti mismo?"
Los personajes
Ramírez (Eduard Fernández): Es el empleado reivindicativo del grupo. Va estableciendo diálogos con los trabajadores tratando de convencerles para que firmen una solicitud por la que piden a la empresa que les permitan fumar en una habitación. Esta reinvindicación, que no pretende ser un alegato a favor del tabaquismo, será la excusa empleada por los directores para reflejar otras cuestiones que forman parte de la naturaleza baja de las personas, como la renuncia a la dignidad por un ascenso, la falsedad, la insolidaridad, las apariencias y otras cuestiones sobre las que merece la pena reflexionar. Inicialmente parece un líder informal pero a medida que avanza la película, y más que negociar, trata de imponer la firma, irá perdiendo su liderazgo.

Sotomayor (Juan Diego): encarna a uno de los directivos. Cuenta con 61 años y para compensar su vida de trabajo propone a otro de los directivos, Armero, un desfalco de 250 millones para asegurarse una buena vida después de la jubilación.

Enrique (Antonio Dechent): interpreta a un empleado obediente que carece de algunas habilidades como la asertividad y se queda largas horas en la oficina tratando de hacer su trabajo de forma correcta hasta horas intempestivas. Bien podría servir la escena de la azotea para usarla como ejemplo en los cursos que suelen impartirse  hoy en las empresas sobre coaching, resolución de conflictos, etc. Ramírez en esta escena ejerce de "ejemplo de libro" del significado de escucha activa.
 
Rubio (Manuel Morón): encarna al típico pelota de la empresa. Fuma pero le dice a Ramírez que "ahora no es el momento" de firmar. Argumenta que la medida además le está ayudando para reducir su consumo de cigarrillos - ago que en psicología se conoce como disonancia cognitiva -. Sin embargo, paralelamente, se está evaluando un ascenso de alguien en la oficina para ocupar un puesto de mayor nivel en recursos humanos y Rubio cree que tiene posibilidades. Trata de evitar así "perder puntos" dentro de su posible ascenso. Tiene rabia contenida y una mujer que le agobia con llamadas repetitivas a la oficina. Sin desperdicio la escena que vive en el baño, donde recrea las recriminaciones que no se atreve a hacerle a su esposa y a sus jefes.

Armero (Ulises Dumont): encarna al otro directivo que está a punto de jubilarse. No se define ni confirma la idea del desfalco a Sotomayor, más que por ética, por cuestiones de logística. Cómo planificar el delito de manera que Sotomayor y él no resulten sospechosos. Intentará comprar a Ramírez con un aumento de sueldo para conseguir que cese en su lucha por la habitación para fumar.

Fernández (Francesc Garrido): el desconfiado; tiene miedo de caminar por la ciudad pues siempre existe el peligro de que algún desconocido te apuñale, que un cable olvidado de una obra te deje ciego. La ciudad para él es un peligro constante y sus habitantes son una amenaza.

Marta (Vicky Peña): compañera de trabajo, mantendrá un almuerzo en la cafetería con Enrique. Por la conversación que mantienen ambos se entiende que han sido amantes un tiempo pero la relación se ha deteriorado. Egoísmo, ansias de poder y otros comportamientos rastreros se ponen de manifiesto en sus comentarios.

Paralelamente a la iniciativa de recogida de firmas para conseguir una habitación para fumar, Tito, otro de los empleados, busca equipo para jugar al fútbol contra la empresa vecina. Todos se apuntan a esta iniciativa sin problemas.
La película está rodada como si fuera cámara en mano para intensificar aspectos de la trama. La tensión se palpa en el ambiente con esos primeros planos que están presentes durante todo el largometraje. La verdad puede doler y Smoking Room también. ¿Cobardes, egoístas, rastreros? La prostitución en el puesto de trabajo. Es difícil ser  Howard Roark.














2 comentarios:

  1. Paz! Estoy leyendo el diario que llevó Gual sobre cómo sacaron la película adelante, es interesante!
    B

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    1. Qué bien. Ya me contarás. Es una peli que me gusta bastante. Bbb

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