Todo se le hace poco,
siempre con la despensa llena,
cocina manjares de alimentos sencillos,
siempre te felicita por el cumpleaños,
generosa, entregada a su familia,
en la sombra.
Un hogar no se crea de la nada,
unos hijos no crecen sólo respirando,
unas sábanas no están suaves porque sí.
Está aprendiendo a gestionar sus emociones.
Ama en su lenguaje,
como todos los que son capaces de amar.
En eso es también afortunada.
Está escalando en los niveles de conciencia.
Ya pronto aprenderá a evitar el sufrimiento.
Déjale sólo un hueco limpio
y a ser posible, pequeño,
al dolor inevitable.
Mientras tanto, recuerda,
cada día, es una vida entera.
Paz Hernández
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